El libro de lo serrores tipográficos_Susana Varela_sábado 28/02/2015_20:00h.
- Local Espacio
- 15 feb 2015
- 3 Min. de lectura

Evitamos con pánico los territorios de la torpeza, de la niebla mental. Y se trata simplemente de la pugna del hemisferio derecho del cerebro por mandar, aunque sea en lo pequeño, como las amas de casa. Al ir a escribir hemisferio derecho me ha salido ‘hemisferio izquierdo’. Así están las cosas. Es difícil sustraerse. Esto que pretende acabar siendo un libro trata sobre esas palabras inmediatamente rechazadas que creamos cada día con ayuda de un ordenador que se aburre: los errores tipográficos. Y su derecho a vivir. Pongamos una de estas palabras, neologismo sólo nuestro, sobre la palma de la mano. Contemplémosla por los cuatro costados, hasta verla brillar y cobrar significado. Definámosla, para que reluzca. Es más: vamos a fotografiarla así recién nacida, dibujarla, pintarla, ilustrarla, bordarla. Hasta que la palabra saque pecho, inflamada de futuro. Al tratarse de un aplauso a nuestro hemisferio derecho, por mi parte he preferido confiar la parte artística a la familia y los amigos, ¿quién mejor que ellos para ilustrar el mundo de lo derecho? ;)
¡Vamos allá! Uno ha dormido poco. Ocho y media, prefiere empezar el trabajo del día por lo mecánico: buscar las fotos en bancos de imagen, reorganizar las carpetas de cada proyecto antes de que todo acabe por ser ilocalizable, picar los textos. Y he aquí que surge, ¡oh!, la palabreja, o el palabro, o el nuevo término para acuñar, o el Serror: graciad. El corrector ortográfico acude rápido en su auxilio, pero esta vez uno lo desestima: ¿nuevos escrúpulos por matar a un inocente? ¿pose rebelde contra la tecnología? Tal vez, pero es que graciad ya viene con un significado debajo del brazo, que uno opina, sin duda, que es ‘Figura poliédrica que se genera espontáneamente en entornos bellos’. Y claro, cómo sofocarlo en beneficio de un manido gracias, del que todos estamos ya un poco aburridos. Y uno está viendo una graciad-joya centelleando en el centro de un invernadero tropical, saliendo del mar sereno como una Venus o una portada de Pink Floyd, una serie de pequeñas graciads coronando el salón cristalino que amó. Y eso también lo quiere decir. Y quiere que otros digan, que digan todos lo que quieran y más, y juntarlo todo en una bola que ruede calle abajo, alud regalo. Entonces, en incontables días a las ocho y media y en virtud de un teclado un poco pringoso, a su ya querido graciad va añadiendo nuevos trofeos: fantasía, frúo, zamamero, edirotial, ejerecios, lamápara, políestar, digutal, cornoas, amtices, ususario, poratada, artactiva, buatismal, frigorísico, pienzas, vijeas, ibterrogar, pooco, fórfula, matrominio, egosíta, orenador, soñora, regustrar, chapú, opciçón, prodcuto, resgracia, onjetivo, kilop, tarfifas, revreso, perferís, elelementos, wesperanza y tantos otros, para quien los quiera. Son oferta especial que le quema en las manos, como el pescado de las dos de la tarde. Cojan uno; es suyo. Es que, a decir verdad, uno empieza ya a necesitar desprenderse de ellos, porque el mareo de lo incierto, lo borroso, lo mellado, le está invadiendo. Uno necesita en este punto de la solidaridad ajena: por favor, háganse cargo. Así que pretende explicar el significado –que ya venía entre paréntesis escrito con tinta invisible– y pasar el testigo expectante para que otro le dé forma; es un ciego que anda queriendo encontrarse con unos ojos prestados. Y hay más… en el curso de su tarea de amanuense uno ha descubierto que no hay teclado tramposo: hay corazón agitado. Es mucho más fácil crear palabrejas tecleando ’cómo te atreves a llamarme eso’ que ‘los glaciares del Norte de Europa desaguan en primavera’. [Comprobado; hagan la prueba]. Esto convierte a la colección de Serrores de uno en un vertedero de emociones encontradas, que luchan entre sí utilizando todos sus superpoderes, como en los dibujos manga. Pero la basura de un hombre es el tesoro de otro, ¿no? Y aquí es donde tiene la historia final feliz, con la siguiente hilera de dominó: –¡Yo tiporráfico! – Me pido orjo. –¿Está libre apereciesen? –Yo no sé si haora o buernas… –Yo equivovo. –¡Resérvame boltsa! –¿Está cogida ahcer? –Yo te hago persifna, resgracia y abño y ves cuál prefieres. –Mejor famialia que camapaña, creo. ¿Tú qué dices? –I choose vertcal :) –¡Me quedo con naranaja! –Pues yo creo que me pega arctel. –Nosotros hacemos mansolva. –¡Opdáis, desde luego! –Voute facer varias e ti escolles. –Creo que xuerpo. –Estoy entre simepre y pienzas, te digo esta tarde. –¡Me encantaría hacer sielueta! –Al final me decidí por omentarios. –¡Mejures! –Voy a quedarme con fráfil. –Ya escogí. Evz. –Eun, ¿cuánto tiempo tengo? –E’l o cuerpor. –¡Anto es mía! –Cogí algnua. –¡Opciçón mola! –Te mando abua, ¿soy la primera? …Lo que llevó, en unos meses, de un modesto graciad a un también modesto Libro Ilustrado de lo Serrores Tipográficos, que se pone a su servicio para que usdedes se diviertan, perdón, para que usdedes se lo pasen bien.
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